Diríase que estoy atardeciendo,
que sólo me limito a transcurrir.
Diríase que el tiempo es un intento
de minarme las ganas de vivir.
Diríase que el mundo está mal puesto,
como un coche aparcado en doble fila,
como una embarcación sin rumbo cierto
navegando en la bilis que destila.
Diríase que triunfa el conformarse;
que la mediocridad es “trending topic”.
Que las musas han dado positivo
en todos los controles anti-doping.
Diríase que soy inexpugnable,
que guardo bajo llave mis latidos.
Diríase que soy tan miserable
que revendo las flechas de Cupido.
Diríase que el mundo ya no rima.
Por eso me emborracho con poesía.
Los dioses - ¡qué cabrones! - no se animan
a compartir conmigo su ambrosía.
Diríase que... ¡bah! Diríase tanto,
que los versos chirrían cual bisagras,
que ya se han enfadado los silencios,
que ya se han devaluado las palabras.
Madrid. 18 de mayo de 2011
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